21 de juny 2011

Plug & Play. Oporto 2011

Plug & Play
21 Junio 2011. Hard Club. Oporto



Plug & Play es el nombre de un evento organizado desde la Escola Superior Artistica do Porto (ESAP) y creado bajo iniciativa de los alumnos del último curso en comunicación gráfica y multimedia.
El evento tuvo lugar en el antiguo Mercado Ferreira Borges, emblemático lugar recuperado para la ciudad y que, actualmente, alberga el famoso Hard Club. Un "must" en la escena cultural y artística de la ciudad de Oporto.




Fui invitado para dar una charla acerca de mi trabajo. Me tocó el último y cerrar el evento, lo cual me obligó a correr más de lo normal (y in english) y dejarme bastantes cosas en el tintero.
El evento estuvo genial. Un montón de colegas de profesión portugueses, algunos ya conocidos y otros que se incorporan a ese patrimonio de valor incalculable que es la amistad.
Plug & Play es un evento único que permite dar a conocer y conocer la actualidad del diseño en nuestro país vecino, tan desconocido como interesante. Allí tuve la oportunidad de conocer a uno de los clásicos del diseño portugués, Sebastião Rodrigues, gracias a la reivindicación que hicieran los miembros del estudio Purpura. También estuvieron Dino dos Santos, Menina Design, Musa, Burocratik, Nuno Coelho, NH design, Andre Rangel y el invitado sueco Fake Pilot. Un placer compartir cartel con todos ellos!



Oporto continua siendo ese maravilloso lugar donde la decadencia encuentra su lado amable y romántico. Sus amables gentes, la mezcla de culturas, su amor por conservar y mantener la herencia de sus ancestros como parte de su propia historia. Los lugares continúan manteniendo el encanto de la ropa tendida, del color descolorido, del olor a brasa recién prendida, de los cambios de perspectiva en el paisaje visual, sus subidas y bajadas, sus iglesias de interior húmedo, sus azulejos azul mate, los tejados rojos ...












São João 2011



Pero lo mejor de mi estancia en Oporto llegó la víspera de San Juan. São João, patrón de la ciudad, inunda las calles de gente y de olor a sardinas a la brasa. Un espectáculo para los sentidos. En todos los sentidos!



Los barrios decoran sus calles con banderitas y farolillos. El mercado de Bolhao sigue manteniendo su decadente encanto, entre andamios, con alegría y ánimos festivos. Las tiendas adornan sus escaparates con las tradicionales «cascades» a base de figuritas (caganeiro, incluido) como si se tratara de un «pessebre» en pleno verano.




Las gaviotas vuelan bajo. El calor de la tarde se va temperando a medida que el sol va tiñiendo el cielo de colores anaranjados y rojizos, y las luces de la ciudad van iluminando las estrechas callejuelas que se pasean a lo largo del río Douro. La música empieza a sonar en todos los barrios, desde el interior de todas las casas.




Es la hora cuando las gentes bajan a la calle, montan sus mesas y sus parrillas, y se disponen a cocinar sus sardinhas grilhadas. Por unas horas la ciudad es una humareda olor a sardinas a la brasa. Todo, absolutamente todo, huela a sardina braseada. Entra el apetito y uno puede sentarse en cualquiera de las mesas, improvisadas entre el tráfico, como un comensal más.




Y llegó la noche. La gente se va amontonando cerca del río para disfrutar del espectáculo pirotécnico a medianoche. Se respira un ambiente festivo absolutamente desatado. El tráfico va desapareciendo, poco a poco, de manera que la ciudad es, literalmente, tomada por la gente. La zona de Ribera y Vila Nova de Gaia estan repletas de gente. Por encima de nuestras cabezas una multitud de globos de papel se elevan por la oscura noche, llenando el cielo de tempranas estrellas de cera ardiendo.





Tras los fuegos, una multitud arrastra la multitud, sin rumbo fijo. Una especie de «deriva» situacionista embriagada de pólvora y alcohol (y demás sustancias no necesariamente líquidas) que se mueve de un sitio para otro. La gente se golpea las cabezas mútuamente con un martillo de juguete. Una extraña tradición, la verdad! Pero el martillo se convierte en una especie de herramienta de deshinibición colectiva que facilita las relaciones humanas más allá de cualquier terapia o receta psicológica.





Al final, logro encontrar al grupo de Bruno y sus amigos. He de agradecerles por la invitación y de que hayan logrado convencerme de que quedarse unos días más, hasta la noche de San Juan, merecía la pena.
Lo celebramos con traçadinhas, con mucha «saúde»!




Último día. El día después.
Unas sardinhas a la grilha y un paseo por la playa de Matosinhos son el último suspiro de toda esa intensidad vivida en unos pocos días.
Continuo pensando que, debajo de la corteza de adoquines y de azulejos polvorientos y roñosos, bate el corazón de una ciudad viva y emergente: Porto.