Abril, 2011
Con motivo de mi estancia en la capital chilena aprovecho, como en anteriores ocasiones, para visitar otros lugares de este variado y bello país. Mi deseo de viajar hacía el norte me lleva a San Pedro de Atacama, un enclave turístico al pie de la cordillera y en medio del desierto de Atacama, uno de los lugares más secos y áridos del mundo.
El vuelo Santiago-Calama recorre la cordillera de sur a norte. Calama es un enclave minero a unos 200 kms de Antofagasta, al norte de Chile. Aterrizar en el aeródromo de Calama es como aterrizar en medio del desierto.
De allí, un tránsfer me lleva hasta San Pedro, a poco más de una hora por carretera.
San Pedro es un oasis en medio del desierto. Está rodeado por lagunas de salitre, volcanes y montañas que superan los cinco mil metros. Los áridos terrenos que envuelven el lugar se han convertido en extraños espacios naturales con la erosión.
Visitar el Valle de la Luna y esperar la caída del sol en lo alto de una duna de arena se convierte en una experiencia de lo más fascinante.
San Pedro es un lugar repleto de turistas, aunque he escogido una temporada en la que estos no son tan abundantes. Del pueblo, compuesto por unas pocas calles sin asfaltar, destaca la iglesia, sencilla y humilde. Las casas están construidas a base de adobe y pintadas, en su gran mayoría, de blanco.
Hay restaurantes en los que se come estupendamente, hoteles, hostales, camping, lugares donde se pueden alquilar bicicletas y arrendar caballos para realizar excursiones por la zona, agencias de viajes… todo está listo para que el turista lo pase bien.
A mi no me gusta plantearme la experiencia del viaje desde el punto de vista del turista. Viajar es algo más para mí, aunque en San Pedro es difícil escaparse del «tour» preparado o de ofertas más o menos estándar. Los precios aquí son mucho más altos que en Santiago.
Algunos de los «tours» típicos ofrecen, sin lugar a dudas, la única opción de conocer lugares que son de otro mundo como, por ejemplo, los geysers del Tatio (hay que levantarse a las cuatro de la madrugada para llegar allí), el salar de Atacama, la laguna chaxa (con los flamencos), la laguna blanca o las lagunas del altiplano pobladas por vicuñas y llamas.
Cabe destacar los pueblecitos mineros de Toconao y Solor. Y la pequeña aldea de Machuca en la cordillera, donde se pueden degustar pinchos de carne de llama.
Los días son apacibles en San Pedro. La buena conexión a Internet contrasta con lo árido y despoblado del lugar. La tecnología wi-fi permite poder trabajar a distancia sin ningún problema. Y eso facilita las cosas para viajeros como yo que se llevan el portátil bajo el brazo.
De vuelta a la gran ciudad, Santiago, me preparo para un largo fin de semana con mis amigos, cerca del mar.
ALGUNAS IMÁGENES DE LOS ALREDEDORES DE SAN PEDRO DE ATACAMA
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Los Geysers del Tatio se muestran espectaculares a la salida del Sol
Entre la cordillera y el Gran Salar
El Salar de Atacama
Atardecer en la laguna blanca
La laguna Chaxa
Las lagunas del Altiplano
Pueblos y aldeas del Desierto
Mercado ambulante en San Pedro
Miau! Miau!
Cementerio de San Pedro, donde habitan las almas
El Valle de la Luna
En la piedra del Coyote
Baño y crepúsculo en el Salar
19 d’abr. 2011
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